Encuentro “Cosas que estaba olvidando”

DSC_1111

(Video-resumen y galería fotográfica al final del post)

El pasado miércoles 27 de junio se realizó el encuentro con los alumnos de 3º Regular y Juan Ollero a propósito de la obra “Cosas que estaba olvidando”, que constituye el montaje final en todo el ciclo de la escuela para los alumnos.

Al empezar el montaje, las inquietudes de Juan Ollero son trabajar desde y con los recuerdos. Como base, toma textos de cuatro obras de Lagarce, un autor muy rico a nivel emocional y vivencial, y que permite crear una obra donde lo importante no es la trama, sino los paisajes.

 Además de los textos a los alumnos se les hace trabajar con material propio, como fotografías y vivencias, secretos que no conozca nadie más, representación de situaciones y decir en ellas lo que no se habían atrevido en la situación real, lograr que un compañero reviva los recuerdos de otra persona, usar objetos para vivir situaciones por primera vez…

Pronto se construye un espacio de confianza entre los actores y los directores, con un lenguaje propio e íntimo entre ellos. Les permite ponerse en la piel de unos personajes con los que en principio no tienen nada en común, que no saben comunicarse y piensan cosas distintas de las que dicen.

El proceso se convierte en un viaje sensorial de ir y volver, del recuerdo a la vivencia, de tejer puentes entre ellos mismos, sus recuerdos y los personajes, de repeticiones donde se intenta vivir por primera vez. Ollero pide a los actores que se desprendan de las zonas de confort y los anclajes conocidos para evitar hacer todos los días lo mismo. Actuar significa tomar decisiones, fracasar de formas diferentes.

Para los alumnos, el trabajo actoral es distinto al aprendido en cuarta pared. Es menos estructurado, más performático. Se prescinde en cierta medida de los objetivos y circunstancias, del análisis profundo del texto, y la caracterización. Procuran no enconrsetar el trabajo e ir descubriendo poco a poco. Trabajan más desde la idea de actor que de creador. Deben adaptarse a las nuevas herramientas.

Los patines se convierten en una herramienta dramatúrgica, simbolizan la capacidad de “deslizarse” por un recuerdo, en vez de estar, como los personajes, anclados en el pasado y en el reproche. También crean una sensación de vulnerabilidad por los actores que no sabían patinar antes.

El espacio es un lugar abandonado, que se fusiona con la propia estética de la Cuarta Pared. Se utilizan materiales de obra y mucho plástico, y la idea de rotonda, como lugar que no lleva a ninguna parte.

Distintos focos simultáneos obligan al espectador a elegir dónde mirar, lo cual le convierte en participante y creador de la obra que está viendo. Como en un paisaje, el espectador elige dónde posa su mirada.

 

This slideshow requires JavaScript.

Leave a comment